Aquí me tienen, diosas del olvido, en el templo en el que ruegan las mujeres. Estoy sentada en una nube densa como gota de jarabe y febrilmente invento oraciones para agradecer las horas en las que fui un jacarandá lila.
Alabadas sean las diosas que ponen milagros llenos de pan en mi vientre y me reparten en la cama del santo varón que me dieron hasta la madrugada. Alabadas, diosas de sal y edificios, diosas santiaguinas que descalzas velan los vuelos de las mariposas negras. Loados los gorriones que le tatué en los hombros y que hice volar cuando las pestañas del día se cierran.
Benditas ellas que me susurraron su nombre y me lo dieron un sábado: cobrizo, delgado, de paisajes múltiples como el país que nos parió dolientes y regionales.
Aquí estoy vertida como leche caliente para agradecer las violetas del parque y la carne de los
damascos.
Que por las altas montañas que nos convirtieron en islas y nos pusieron el pubis como verso oceánico, que por los desiertos, las selvas valdivianas, los valles y las vides rojizas, que por los lagares campesinos y los azadones violadores de la tierra, esa noche se torne nueva.
Así sea.
MILITA
MILITA
Está re bueno Mili, hace tiempo que me había desaparecido de la poesícosacomosellame, y ahora no se por qué raro motivo me acordé de ella...
ResponderEliminarMe gusta como escribes, me evoca a la locura y al desalojo de las personas.
que así sea la realidad en tus bellas palabras!
ResponderEliminarBenditas Diosas!!
Un placer pasar por aquí, te sigo!!
Saludos desde Uruguay!!
Realmente bello e intenso tu escribir. Un gusto.
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