sábado, 2 de mayo de 2009

DÉJAME TEMBLAR (Carta Nº 9)

Mi agridulce:
Desperté pensándote.
Tengo en el cuerpo estigmas de rosas viajeras, tengo en el cuerpo estigmas de lunas y las estrellas también bailan desaforadas en mis muslos... Y ahora te tengo en el cuerpo como una espina, palpitando.
¿Quieres poner en el fondo de esta vasija oscura, el vino? Haz mariposas con mi piel, enséñame a respirar, a tocar, a trepar la lujuria sin nombre de la siesta de tus muslos, a domar los compromisos de tu roce.
Haz que todo vaya subiendo hasta llenarme de un crepúsculo todo tuyo, abre mi mente a la realidad que fabrican tus manos.
Mis ojos se humedecen con el tango erótico que silba y zigzaguea, tu revólver hace heridas de fuego en mi carne que, vibrando, sabe que todo termina.
Vivamos hacia adentro, en el dominio de rosas claras que nos pertenece; hacia adentro, amor, en la sinfonía guerrera de mi útero árido; hacia adentro, amor, hacia adentro...
Latígame con caricias, explícame el latido urgente de mi carne, ara con impaciencia esta tierra sin hijos que sólo tiene leche agria en sus pechos de luna.
Erosióname, desgástame, súrcame el cuerpo que se niega a ser siempre un astro sin luz, escudríñame hasta hacer brotar minerales de mi vientre, una y otra vez báñame de sudor ajeno hasta hacer traslúcida mi piel.
Nigromante certero, hazme sólo una. No aplaces la cita clandestina, concertada a través de tantos agostos. Éntrame en la carne como lluvia, colgando mis terrores en la pared de tu casa. Y déjame temblar...
MILITA

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