sábado, 2 de mayo de 2009

LA DESMEMORIA (Carta Nº 10)

Amigo:
Ayer el crepúsculo acabó con tu existencia dulzona, se acabaron los matices que asolaban la languidez de tu estructura. Te voy mirando extenso, resbala mi piel por tus piernas tibias para hacerte sentir estas bugambilias oscuras y altaneras.
Tejo la hojarasca crujiente de los robledales. Entrecruzo un par de hilos de hualle con los hilos invasores policromos, bajando la grisácea mirada en un adiós postergado largamente. Enlazo las intensidades musicales de tu sexo con las notas sinfónicas de mi césped enlutado, la claroscuridad de tus contorsiones con la vehemencia de mis lecturas desquiciantes..., y tiemblo, dudo, la puerta entreabierta al cosmos donde aprendí de tus astros es aún un destino sugerente.
La desmemoria es un reloj impuntual que, en ciertas medianoches innombrables, triza la irreversabilidad del tiempo, un campanario olvidado que cada ciertos días permite infieles vendavales musicales. ¿Alguien quiere ruiseñores matinales en su cama?
MILITA

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