sábado, 2 de mayo de 2009

CEMENTERIO MALDITO (Carta Nº 12)

Gonzalo:
Aún estoy en el lugar de entonces donde los sueños se quebrajan como hojas otoñales, donde la ira gotea redonda como cereza, donde me dejaron los juegos indefensa ante la laguna oscura de tu corazón ciego.
Y sigo escribiendo para ti, para que me sepas empapada de rocío, para que me sepas incendiada, para que me sepas como racimo de uva dorada y prepares la vendimia. ¿Qué hace mi canto desobediente alzándose nuevamente entre sus voces? ¿Qué soy entre el asfixiante manoseo de sus grandes aspas? Me comen los molinos.
Las sensaciones otoñales se tatúan en mi piel de noches, en la siesta ardieron los monstruos que devoraron mis esperanzas raídas y mis redes echadas a los ríos mansos de tu rostro arrastraron lágrimas.
En el madero donde los deseos crucifican la carne, agonizo cuando tu beso hiere la memoria.
Me atrae tu silencio y como somos juguetes de guerra quiero descubrir tu cuerpo sin armas algún día...
Quiero lunas degolladas en este ritual profano, quiero ensañarme con la tibieza leve de tu cercanía y hacer florecer dagas en tus ojos.
Sí y luego quiero los días de los excesos, la lujuria danzante del ombligo, la fertilidad oferente de un jardín de escarcha. Luego todo como un remolino, como el aguijón profundo de una abeja, como un evangelio sacrílego que nos confundió en la grandilocuencia de sus palabras sobrecogedoras. Luego con rapidez las cuentas de este rosario que con dificultad nos permitió escuchar la oración con el alma abierta.
Sí, te quiero, porque hay cementerios malditos donde los muertos nunca lo están...
MILITA

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